Es difícil aplicar políticas, programas y estrategias para abordar una situación de la que tenemos poca información, considerando las fallas metodológicas que han tenido las últimas encuestas nacionales. La Encuesta Mundial de Drogas muestra datos que deben ser tomados en cuenta al momento de formular una nueva política de drogas.
Por Zara Snapp y Jorge Herrera
La Encuesta Mundial sobre Drogas (GDS 2019) es la investigación más grande en el mundo respondido directamente por personas que usan plantas y sustancias psicoactivas. El objetivo es hacer que exista un uso más seguro y responsable de las sustancias, independientemente de su estatus legal, promoviendo conversaciones honestas y compartiendo información de formas creíbles y sustanciales. Ésta utiliza un cuestionario anónimo encriptado para obtener información sobre el uso de drogas en el mundo, y no necesariamente mide la prevalencia pero si mide las tendencias de las y los usuarios.
Recientemente, el gobierno de México anunció un cambio en las políticas de drogas, reconociendo las devastadoras consecuencias de la prohibición, e inclinándose fuerte y atinadamente a la regulación legal de drogas, como en el caso de la cannabis, con la iniciativa que presentó a finales del año pasado la entonces Senadora, ahora Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Asimismo, la oficina de la presidencia anunció esta semana la nueva Estrategia Nacional Contra las Adicciones, que se ha indicado, está basada en el reconocimiento de los derechos de las personas que usan drogas, y en el ofrecimiento de información y servicios de tratamiento.
Es difícil aplicar políticas, programas y estrategias para abordar una situación de la que tenemos poca información, considerando las fallas metodológicas que han tenido las últimas encuestas nacionales. La Encuesta Mundial de Drogas es particularmente novedosa porque no necesariamente pretende indagar sobre la prevalencia y frecuencia de consumo, sino sobre el ambiente de seguridad que perciben las personas que usan drogas, las formas en las que se cuidan, la forma en la que han entrado en conflicto con la ley, y en general, sus experiencias utilizando drogas. Como cada año desde 2016, se aplicó en México, y muestra datos que deben ser tomados en cuenta al momento en el que estamos formulando una nueva política de drogas.
Del total de personas encuestadas, 78.6% fueron hombres, mientras 21.4% fueron mujeres, y la mayoría tenían alrededor de 25 años. De los principales hallazgos, la situación que más resalta es que el 97.9% de las personas que respondieron la encuesta consumieron alcohol en el último año. De ahí, le siguen la planta de cannabis (82%), el tabaco (69.4%), la cocaína (40.7%) y el LSD (40.2%).
¿Quiénes usan qué cannabis en México?
Cuando se le preguntó al total de personas que usa cannabis en México sobre el número de días que había usado la planta en cualquiera de sus presentaciones en el último año, 27.2% dijeron que más de 301 días en el año (39% mujeres y 29.3% hombres). En el mundo, el número mediano de días que se usa cannabis fue 151 días del año; lo cual sería como fumar cada tercer día durante un año. Sin embargo, se puede ver que más bien las cifras se reparten en un espectro más amplio de posibilidades de frecuencia de uso:
En cuanto a las preparaciones o presentaciones de uso de la cannabis, 79.2% dijo fumar marihuana ‘normal’, 72.1% utiliza cannabis de alta potencia, y el 49.6% prefiere los productos comestibles. Las resinas (hash) y los concentrados solo fueron respondidos por un 38% y 34% respectivamente. Sólo el 8.8% suelen usar cannabis combinado con tabaco. A pesar de que el 7% de las personas encuestadas no sabe cuántos gramos utiliza en un día normal, el 29.6% indica utilizar alrededor de 0.1 o 0.2 gramos.
Se respondió que la principal fuente para adquirir cannabis era de un ‘dealer’ que conocían (34.5%), aunque los amigos y los amigos de amigos fueron otras respuestas frecuentes. El 5% dijo conseguir cannabis en festivales, y sólo el 2.8% dijo manufacturar o cultivar su propio producto. Cabe resaltar que al 24.7% de esas personas, les gustaría utilizar menos cannabis, y al 27.8% le gustaría recibir ayuda para usar menos cannabis. Como es posible ver, desafortunadamente en México actualmente no contamos con los suficientes servicios en reducción de riesgos y daños y/o centros y clínicas donde las personas – voluntariamente – puedan acudir solicitando información y/o tratamiento.
¿Cómo se cuidan las personas que usan drogas?
El 30% de quienes respondieron la encuesta dijeron haber usado MDMA en el último año. De ellos, el 25% dijo que siempre o frecuentemente hacía pruebas de análisis cuando obtenía la sustancia de una fuente distinta. Los programas de análisis de sustancias son iniciativas donde se hacen pruebas químicas a drogas – generalmente en festivales o ambientes nocturnos – para reducir el riesgo de que la sustancia esté contaminada con otras, y las y los usuarios pueden recibir información sobre las dosis recomendables.
Asimismo, el 40.7% dijo que nunca comienzan probando una pequeña dosis al consumir una nueva fuente de MDMA, mientras que el 14.3% dijo siempre hacerlo. Esto es una medida especialmente recomendable al consumir sustancias que no conoces, para poder saber la forma en la que reacciona tu cuerpo e ir viendo poco a poco si consumir más o no. Al igual que el programa de análisis de sustancias, ésta es una medida de reducción de riesgos y daños.
¿Cuánto cuestan las drogas?
Aunque la encuesta calcula en Euros, y el costo seguramente varía dependiendo de la entidad de México en la que te encuentres, los precios indican que un cuadro promedio de LSD cuesta €17.2 euros ($344 pesos aprox.), un gramo de MDMA cuesta €46.1 euros ($922 pesos aprox.), un gramo promedio de cocaína cuesta €28.8 euros ($560 pesos aprox.), y a la mayoría se lo entregarían en menos de 30 minutos (¡más rápido que una pizza!). De estos, el único precio que no se encuentra por encima del promedio mundial es el de la cocaína. Sin embargo, el 71% de personas que usan cocaína que apoyan un mercado regulado del producto, y el 85% estaría dispuesto a pagar una mayor cantidad, por un ‘mercado justo’ de cocaína. Un mercado justo implica pagos adecuados a comunidades cultivadoras de coca, y una oferta segura y de calidad de la sustancia.
¿A qué problemas se enfrentan los usuarios?
Por último, como se menciona, la Encuesta también cubre el ambiente sociocultural en el que conviven las personas que usan drogas, así como las problemáticas a las que se enfrentan. Del total de personas encuestadas en el mundo, 29.3% de las mujeres reportaron haber sido víctimas de abusos sexuales cuando estuvieron bajo la influencia de alguna droga. Sólo el 6.1% de los hombres indicó lo mismo. La mayoría de estas fueron abusadas por algún extraño, y son personas que se identifican como bisexuales, y que prefieren no especificar su género.
¿Qué significa para México?
Claramente el tema de las políticas de drogas toma mayor relevancia bajo las circunstancias actuales. Existen las condiciones políticas para cambiar el rumbo y para transformar el paradigma. Aunque hay ciertas criticas al Plan Nacional de Desarrollo, este sí promueve replantear la estrategia para México. El hecho de reconocer que la prohibición ha sido insostenible y que tenemos que buscar nuevas maneras de abordar el tema es un gran avance. Como organizaciones de la sociedad civil, nos abre un espacio para acompañar procesos, acercar conocimiento, incluir a las comunidades más afectadas y compartir la evidencia que hemos generado durante los últimos doce años. Necesitamos más y mejores datos siempre, y es sumamente importante tener las voces de las personas que consumen plantas y sustancias psicoactivas en la formación de estas políticas. El futuro de las políticas de drogas en México suena prometedor; esperemos que ya no haya marcha para atrás.
Zara Snapp es cofundadora de Instituto RIA (México), consejera de ReverdeSer Colectivo y asesora internacional con Acción Técnica Social (Colombia). Es autora de Diccionario de Drogas, publicado por Ediciones B en 2015. Jorge Herrera Valderrábano es internacionalista por el Tecnológico de Monterrey y cursa la licenciatura en Trabajo Social en la UNAM. Es copresidente de DILO y cofundador del Instituto RIA. Ambos son integrantes de la coalición #RegulacionPorLaPaz.